El día que rescaté una michi...

El 24 de Diciembre rescaté a esta gatita, estaba junto con tres hermanitos de 1 mes y medio aproximadamente de edad,  uno atropellado (sin vida) y el otro junto con ella resguardados debajo de un carro, dentro de un motor.

Agarré a los  2,  1 inmediatamente encontró hogar y esta mirrunguina me rehusaba a llevármela porque sabía que iba a enamorarme al instante pero no me sentía lista aún para tener mascota (según yo).

Hablemos de sanar…

A todos nos ha tocado vivir traumas o situaciones que nos han costado mucho superar; en mi caso, la pérdida de mis bebés ha sido un gran proceso y trabajo de terapia de todo tipo (incluyendo ancestral, que me ayudó muchísimo; luego hablaré más sobre ello). El proceso de sanación ha ido por capas; la mente tiene la capacidad de vivir el pasado en cuestión de segundos, transportarte y revivirlo como quieras verlo o como la mente inconscientemente adicta va a esa emoción y regresa a lo mismo, a ese momento, y lo vive una vez más.

Pues eso me pasó con Michi, que rescaté. Desde el momento en que busqué quien la quisiera adoptar, ya estaba acomodada, pero entre las fiestas decembrinas, me quedé 5 días suficientes para encariñarme. Cuando la entregué, que por cierto se quedó en el mejor lugar posible, su nueva mamá ama a los gatos y ella está en un lugar lleno de amor; el problema no fue Michi, fui yo. Me arrepentí de haberla entregado y, a la hora, la pedí de regreso, pero no lo logré. No entraré en detalles, pero a Michi no pude traerla de vuelta.

Y como si estuviera grabado en mis células, ese sentimiento de arrepentimiento me llevó a la imagen en el hospital, el día que los perdí. Los pedí ver cuando el sedante se me había pasado, y no me los entregaron. Según había una ley en México (espero que ya no exista), pero antes de los 7 meses no te los entregan, se los llevan a analizar aunque los pidamos yo y algunos familiares. No me los dieron y por más de 15 años en mi mente estaba la tortura: ¿qué hicieron con sus cuerpecitos? ¿Los tiraron? ¿Se los llevaron? ¿Qué pasó?

Y pude tener la oportunidad de volverme a volver loca e hundirme nuevamente en ese sentimiento de culpa interminable, de arrepentimiento por no haberlos exigido si era mi derecho. Pero en esta ocasión, esta Michi me hizo ver otra situación, me vi desde fuera, viéndome inocente, asustada, débil físicamente, en shock mentalmente y, encima de todo, medicada y con sedante. No hay nada de que me pueda arrepentir, si los pedí, si me cuidé durante todo el tiempo. Me vi como una mujer indefensa ante el momento. Hicimos lo que pudimos y lo que nos alcanzó. Cuando me empecé a ver así, ese momento se disolvió, se fue ese sentimiento que había vuelto a invadirse en instantes, y me calmé; fui entendiendo más.

Esto te lo cuento porque vivir en el pasado sin resignificar o ver otro ángulo, solo nos lleva a la depresión, adictos a ese sentimiento, revivir. Acordarme de aquel momento es una gran oportunidad para ver de otra manera la situación, más inocente, más amorosa y en total aceptación de que así tenía que ser. Han sido mis grandes maestros de vida. Hoy quiero seguir disfrutando el momento de vivir, pasarla fabuloso con lo que sí existe, sentirme enamorada de la vida porque, pese a todo, vivir es maravilloso.

A la Michi, antes de entregarla, le agradecí los días que me dio. Estoy segura de que el próximo ser que llegue a mi vida, sea lo que sea, se quedará en mi casa. Ya estoy lista, aunque salga de viaje, me las arreglaré porque no me privaré de la oportunidad de nuevos compañeros de vida que me encantan.

Y bueno, así fue la lección de Michi, que sigue feliz en su nueva casa, consentida y bien mimada como se lo merece, y yo muy tranquila.

Gracias por estar leerme…

B

Brenda Medina